La teoría del apego fue desarrollada originalmente por John Bowlby quien define este concepto como “la evidente tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas en particular”.
El sistema de apego es un sistema neurobiológico innato que nos proporciona la búsqueda de proximidad con las personas con las que nos vinculamos y, sobre todo, en situaciones específicas que principalmente son aquellas que implican algún tipo de estrés, por lo tanto, es un sistema que facilita la supervivencia del ser humano.
Por eso, es especialmente importante durante los primeros años de vida, ya que dependemos totalmente del cuidado de otros, pero como somos seres sociales y buscamos relaciones significativas durante toda la vida, es un sistema que seguimos desarrollando a lo largo de todo el ciclo vital. Bowlby lo definió como un fenómeno “de la cuna a la tumba”.
¿Alguien duda aún de nuestra naturaleza social? Hay numerosas pruebas desde la biología, las neurociencias, la psicología, la antropología… somos por y para el grupo. Desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, todo lo que nos pasa y todo lo que hacemos se retroalimenta con el otro; el desarrollo de nuestro sistema nervioso depende de las relaciones.
Os menciono algunas evidencias que tenemos disponibles tras diversas investigaciones:
La tarea fundamental durante el desarrollo temprano es la de establecer una base segura para explorar el mundo. Así, el apego tendría como función principal, ayudarnos a establecer una sensación de seguridad que nos permita movernos en el entorno de manera eficaz.
- El sentimiento básico de confianza hacia el mundo. Desde una figura de apego disponible y protectora podemos explorar el mundo con confianza ya que, ante cualquier amenaza podremos volver a la base desde la que nos sentimos seguros.
- La regulación de las emociones. Desde la base segura podremos regular mejor nuestras emociones. Ante cualquier evento que genere una reacción emocional desagradable, la conexión con la base segura nos lleva a sentir seguridad y control.
- El desarrollo cognitivo.
- La regulación de los niveles de estimulación y tensión, y la capacidad de modular impulsos. En situaciones de hiperactivación o estresantes, la conexión con la base segura nos permite recuperar la homeostasis.
Por lo tanto, el niño desarrolla el control de los propios estados de ánimo a través de una predicción: "la figura de apego va a estar (finalmente) disponible y atenta".
Con el tiempo, la base segura externa, se irá convirtiendo en seguridad interna, el niño irá sintiéndose seguro, incluso en ausencia de una base externa en la que refugiarse. Nuestro sistema de apego está compuesto por una serie de conductas que nos proporcionan el acercamiento con la figura de apego y, por tanto, la seguridad que necesitamos.
Pero también por elementos internos; son los esquemas, creencias y representaciones que vamos recopilando en nuestra memoria sobre las relaciones, el mundo y nosotros mismos. Son como el andamiaje que se va construyendo para almacenar lo que sabemos sobre nosotros mismos y la interacción con los otros. Estos modelos internos determinan lo que vamos a esperar del otro, basándonos en lo aprendido sobre las relaciones previas.
La investigación nos sugiere diferentes estilos de apego y que cada estilo de apego lleva asociada una estrategia de regulación ante la angustia. Se considera que el apego seguro supone que el individuo se reconoce angustiado y recurre a los demás en busca de consuelo y apoyo.
En el apego inseguro por el contrario, este reconocimiento y búsqueda de apoyo se desvirtúan y se convierten en estrategias alternativas, puesto que el niño aprende que reconocer su propia angustia puede no ser seguro, y que pedir ayuda puede no funcionar.
Las propuestas en cuanto a los estilos de apego han ido variando, y actualmente se sabe que no existen categorías tan encapsuladas.
Recientemente Crittenden (2006) ha propuesto un modelo mucho más complejo en el que se reconoce una amplitud de estilos, resultantes de la combinación de los estilos más “puros”. Seguramente la propuesta más útil de esta teoría pasa por el reconocimiento de grupos mixtos (categorías que combinan estrategias de ambos grupos) así como grupos seguros que incluyen tendencias hacia la evitación o hacia la ambivalencia.
Es importante destacar que los rasgos fundamentales de apego seguro son la capacidad del cuidador para sintonizar y ser predecible. Las desconexiones que se dan en el vínculo son temporales, y tras suceder, se reparan. Lo importante no es que el cuidador esté siempre, sino que la percepción del niño sea que estará finalmente disponible.
Todo este sistema es muy importante y determina como nos relacionamos con otros. Debemos tenerlo en cuenta si tenemos problemas en las relaciones interpersonales, ya sean familiares, de pareja, de amistad o laborales.
Es posible cambiar un estilo inseguro hacia un estilo seguro, a través de relaciones saludables o de la psicoterapia.
En nuestro Centro psicológico MentalMente te ayudamos a hacer cambios significativos en estos patrones. Para ello, debemos explorar todo este sistema, entenderlo y una vez hecho esto, podremos hacer cambios permanentes a nivel conductual.