Hoy en día, puedes encontrar figuras jóvenes de alto rendimiento empresarial. También puedes hallar creadores de contenido hasta debajo de las piedras. Sin embargo, lo verdaderamente difícil es encontrar ambas cosas al mismo tiempo, con un matiz educativo y conservador.
Omar Shawki nació y se crió en el lejano Egipto, cuna de nuestra civilización. Siempre ha sido un joven decidido, ambicioso y amante del conocimiento. Emigró a Europa con tan solo cinco años, ya que, tras el recorrido de su padre por más de 30 países, la familia decidió asentarse en España. Ya desde su infancia se percibía la atracción por el emprendimiento y se manifestaba su capacidad de expresar con palabras emociones complejas. Su hambre de aprender hizo que jamás llevase un suspenso a casa, además de que culturalmente se exigía un estereotipo de medicina o ingeniería (sino, no se te veía como “exitoso”).
El empresario nos cuenta que no ha conocido la calle por delincuencia, sino más bien porque estaba solo y alejado de su casa desde los 16 años. Según él mismo, esta etapa se debió a “las malas decisiones que tomaba”, y afirma que aún lleva una grabada en la memoria “que destruyó por completo tres años de su vida”. Fue entonces cuando el protagonista de hoy comenzó a viajar por el mundo, con una parada de más de un año en la ciudad de Koln (Alemania) para enfocarse en sus ideas, que evolucionaron hasta su imponente versión actual.
Para todo el que nos lea desde el extranjero, sepan que Omar Shawki ha sido foco mediático en España, entre otras cosas, por divulgar valores tradicionalmente árabes. Se enorgullece de ser egipcio y afirma que sus enseñanzas no tienen nada que ver únicamente con religión, sino con el culto a la virtud: cuerpo, alma, mente y finanzas. Un acto valiente en una modernidad donde el islam es profundamente prejuzgado, a lo que él responde: “árabes y musulmanes son cosas distintas, y ninguna de ellas se corresponde con los prejuicios de los medios. Es cuestión de amor y valores, es más, solo un 20% de musulmanes son árabes ̈. ̈La prensa ha hecho que los pueblos se quieran matar, pero todos los árabes comemos en la misma mesa”.
Omar empezó a publicar contenido gracias al consejo de su padre y, sobre todo, a su amigo Bryan, quien le estuvo llamando durante semanas para instarle a grabar, dado su inminente don comunicativo. El resultado ha sido una comunidad de medio millón de seguidores acérrimos (y creciendo) con apariciones en podcast de Top 3 español (WorldCast) y eventos en formato presencial que llenan teatros en Madrid, todo ello sin contar la ingente cantidad de impresiones acumuladas: nada más ni nada menos que nueve cifras.
Por supuesto, en todo ello también ha influido la autoridad con la que Omar ya contaba en el área empresarial y financiera. Se trata de un maverick del Real Estate internacional y, sobre todo, el mundo del motor, su principal fuente de capitalización. Actualmente tiene presencia mercantil en seis países y ya está desarrollando su nueva start-up de eventos: El Mosaico, que iniciará en España pero conocerá el mundo entero (entre otros proyectos empresariales como educativos y de desarrollo personal).
“Los negocios están bien, pero mi propósito es trascendental. Quiero que los jóvenes, incluso en su habitación, puedan acceder a una visión realista y productiva del mundo, porque ese es el secreto más ignorado”, nos cuenta. Alguno puede preguntarse, ¿por qué un empresario de éxito invierte tiempo altruista en ayudar a gente que no conoce? Omar lo tiene claro: “Porque yo divulgo lo que necesitaba escuchar cuando era joven: somos máquinas perfectas que no quieren leer su manual, y yo, solo quiero poner la luz sobre ese mensaje, con el enfoque correcto y difundible”.
Como podrá advertir el lector, detrás de cada historia hay unos valores arraigados que le dan forma, y la de Omar es casi de película. Así pues, él mismo despide este texto con una moraleja para todo el que necesite un empujón en el siglo XXI: “Autoconocimiento, salud y disciplina; lo demás viene solo. Aquello que te han vendido como utopía es posible y depende de ti; la élite es el pueblo ̈.