De socorrista a emprendedor de éxito: la historia de David del Valle

David del Valle (Villafontana, 1997) es un joven madrileño procedente de Móstoles que padecía el tedio de Bachillerato allá por 2016. Siempre había sentido rechazo por la educación académica, y afirma que “no era un método mejor ni peor, simplemente no es para mí”. Con apenas 20 años adquirió su primer trabajo como socorrista, enfocado en la independencia que podía darle el dinero pero sin ambiciones más allá de esa libertad.

Como todo español interesado en el deporte, su trayectoria se vio marcada por puestos similares: monitor en franquicias, entrenador, recepcionista de gimnasios... hasta que en 2022 su vida cambió radicalmente.

 “Empecé a interesarme por el mundo de los negocios, el emprendimiento, las ventas y sobre todo la comunicación. Me sentía un peón en un mundo más grande, y debía cambiar eso”.

Durante su trabajo en el prestigioso centro Powerexplosive, David vio las posibilidades monetarias que había no solo en el mundo fitness sino en sus áreas periféricas, y comenzó a formarse en todo lo relacionado con ello. En menos de un año pasó de trabajar como asalariado a cerrar ventas para empresas referencia, y posteriormente fundaría su propio programa junto a Ángel Camacho. En la actualidad, David da ponencias para centenas de personas, tanto para compañías (véase FitGeneration) como para eventos (Vanguard).

“Es complicado hacerse hueco en un mercado tan competitivo como este, especialmente con la cantidad de profesionales de cartón que hay en redes”. 

David se refiere, no en balde, al mundo de las ventas y las formaciones, acaparado principalmente por gurús y marketing desleal. “Nadie va a fiarse de lo que dices en redes, sino del trabajo que te precede. Deja de buscar la fórmula y empieza a buscar el esfuerzo: el éxito vendrá solo”.

Sin haber terminado 2023, David ya ha roto su récord de facturación histórico y forma parte de la estructura de negocio de numerosos influencers y empresarios de España. Pero, sin embargo, no persigue una meta concreta: “Definir un objetivo es ponerte techo. No pienso cada paso que doy, simplemente doy lo mejor de mí y hago camino al andar”.