El recinto ferial vivió anoche, con un ritmo trepidante, unas situaciones de lo más hilarantes, y a veces también caricaturescas, que hicieron que el espectador no perdiera la sonrisa en ningún instante, con momentos de tensión y equívocos que siempre hicieron estallar la carcajada del público.
Los hermanos Juan José y José María Alonso, naturales de San Sebastián, constituyeron en 1953 el dúo “Hermanos Alonso” trabajando en la faceta de payasos musicales y excéntricos a cara limpia en salas de fiesta y compañías de revista de la época.
En 1968, y ante el imparable avance de la televisión, pactaron el irrevocable compromiso de cortarse la coleta y echaron el telón definitivo cerrando el capítulo circense. Su amor por el mundo del Circo nunca se perdió y actualmente se ve personificado en su sobrino Alonso.
Por otro lado, el legendario payaso “Ramper” en la década de los 40, como padrino profesional, fue quien colocó a Emilio Santos el nombre artístico de “Rampín”.
En el año 2000, en un intento de recuperar el espectáculo de payasos populares que conocieron nuestros mayores, con parodias y diálogos rescatados de la nostalgia de los años, adaptados a nuestros días, para conseguir, del primer al último minuto, la sonrisa de pequeños y mayores se formó el trío mixto de payasos tradicionales que los vecinos y vecinas de Carbajosa pudieron disfrutar en la noche de este viernes.
Durante los 70 minutos de duración del espectáculo, “El disparatado mundo...”, los espectadores disfrutaron del humor sano, directo, participativo y en ocasiones cáustico revestido con el colorido, elegancia y distinción de los maquillajes y vestuario de siempre, sin olvidar nunca el apunte musical de ese legendario Circo que por desgracia hoy muchos añoran.